Esta mujer Paula Griffin de inglaterra se acosto a dormir y al levantarse todavia soñolienta se apresto a buscar sus gotas para los ojos que usa cada mañana, para la mala suerte de ella era pegamento para las uñas.
“Tan pronto como de coloqué las primeras gotas supe que algo andaba mal. Eran muy espesas y nada parecidas a las que usaba”, dijo Griffin. La mujer se las arregló para eliminar algo del líquido del centro de su ojo, lo que la salvó de un daño permanente. Sin embargo, no pudo retirar el pegamento por completo y esto causó que sus párpados quedaran pegados.
“Estaba casi agonizando, el ardor era demasiado y el instinto me llevó a cerrar el ojo, pero en cuanto lo hice, mis pestañas quedaron unidas. Tenía mucho temor de perder la vista”.
En un principio, los doctores le dieron parafina para que el pegamento se disolviera, aunque ésta no dio resultado. Entonces, “me dijeron que tenía sólo tres opciones: dejar que se despegara de manera natura, lo que podía conllevar mayor daño; seguir intentando con la parafina; o que me removieran las pestañas para forzar a que el ojo se abriera”.
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